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Nube soberana: A las empresas les corresponde marcar el camino

En la presentación de la estrategia nacional para una nube soberana, el ministro francés de economía, Bruno Le Maire, afirmó: “Francia debe tener una nube de confianza porque los datos son estratégicos. Una gran parte del valor económico del siglo XXI se basará en los datos, por lo que es esencial protegerlos”. De esta estrategia surge la voluntad de crear una certificación que garantice a las empresas que gestionan la nube, su propia protección de los datos. Un reto importante que refleja la concienciación de los gobiernos para proteger mejor unos datos que se han convertido en vitales para el funcionamiento de los estados, especialmente tras la crisis sanitaria.

Mientras en Europa el mercado del cloud computing ha registrado un crecimiento del 27% anual entre 2017 y 2019, según un whitepaper publicado en abril por KPMG el mercado (que se estimaba en 53.000 millones de euros en 2020) debería alcanzar entre 300.000 y 500.000 millones de euros en 2027-2030 y generar más de 500.000 empleos directos.

Ha llegado el momento de que las empresas afronten el reto y tomen las decisiones tecnológicas necesarias. Hay soluciones disponibles que funcionan y son accesibles. ¿A qué estamos esperando para tomar las riendas de nuestro propio destino?

El big data es un gran negocio

Es un hecho constatado que la cuarta revolución industrial es principalmente una revolución digital. En este paradigma, serán las aplicaciones las que permitan a las empresas beneficiarse de los datos y hacer frente a los retos de productividad.

Concretamente, ese es el caso de aplicaciones como el software de gestión de la cadena de suministros en el sector industrial o los call centers de los operadores de telecomunicaciones. Estas aplicaciones tienen que ser totalmente seguras, así como accesibles y disponibles en el momento, lugar y plataforma adecuados. Esto implica desplegarlas en clouds que proporcionen el entorno necesario para satisfacer la demanda, permitiendo al mismo tiempo su migración en caso necesario.

El objetivo, por tanto, es comprender estas necesidades y elegir la nube, pública o privada, que mejor se adapte a ellas. Ante estos retos económicos, las grandes empresas ya han hecho su elección a través de la externalización, la explotación y la migración de sus buzones de correo, por ejemplo. Eso sí, toda esta situación plantea dudas sobre el tratamiento de sus datos.

Conscientes de que los datos son un factor crucial, las empresas también buscan recuperar no sólo la propiedad sino también el control de sus datos, pero aún no disponen de los medios necesarios.

Las opciones tecnológicas no son en absoluto insignificantes

El hecho es que existe un verdadero interés por la transformación y así lo demuestra la inversión masiva en cloud desde el inicio de la pandemia. Y mientras los datos son considerados como el nuevo impulso, el objetivo de la nube soberana es fomentar la aparición de una economía de los datos al tiempo que se reduce la dependencia de las empresas respecto a los proveedores cloud de Estados Unidos.

Según una reciente encuesta de IDC realizada a nivel mundial, el 69% de las empresas encuestadas cree que los datos confidenciales son extremadamente vulnerables cuando se almacenan en una nube pública (Azure, AWS, Google, etc.) Asimismo, el 42% se siente muy preocupado por los datos críticos que gestionan los proveedores cloud estadounidenses, dado el cambiante panorama geopolítico.

A la luz de estas preocupaciones, el 63% cree que es fundamental contar con una solución en la nube que proporcione pleno control jurisdiccional y autoridad sobre los datos. Estos resultados muestran los retos a los que se enfrentan las empresas y su creciente necesidad de recuperar el control de sus datos a través de una nube soberana.

Aprovechar la proactividad francesa y europea

Sería un error pensar que podríamos llegar a un acuerdo sin estos gigantes: recordemos los intentos de construir una nube franco-francesa. Pero el trato ha cambiado porque las distintas partes interesadas se han orientado hacia un mayor pragmatismo. En particular, el proyecto Gaia X, apoyado por los gobiernos francés, italiano y alemán, está dando los primeros pasos hacia una nube soberana y segura, pero abierta a la innovación. Su arquitectura agnóstica es compatible con todas las soluciones, siempre que respeten los principios de horizontalidad e interoperabilidad intrínsecos al proyecto, y su objetivo es permitir que las empresas aumenten su productividad fomentando la colaboración y el intercambio de datos en espacios sectoriales.

Nos beneficiamos pues de un entorno optimista, en el que la conciencia impulsada por los gobiernos empieza a encontrar oyentes y defensores. Todavía hay que llevar este proceso hasta el límite, creando confianza y promoviendo el ecosistema local.

El ecosistema local está preparado

Un hecho que se olvida con demasiada frecuencia es que Europa cuenta con un ecosistema de actores de la nube extremadamente diversos y eficaces. La propia Francia cuenta con 300 proveedores de servicios cloud en el país. Por ello, se trata de actores que disponen de soluciones ya operativas, en producción y al ritmo de las necesidades de sus clientes.

Estos actores también pueden garantizar la reversibilidad de los datos y, por lo tanto, son capaces de migrar una aplicación al lugar que se necesite. Esta agilidad no es en absoluto un lujo, en un momento en el que, ganando tiempo se ganan nuevos mercados, y en el que las infraestructuras deben adaptarse a las aplicaciones. Por último, cabe destacar que todos estos actores acabarán permitiendo a sus clientes utilizar nubes fiables y certificadas, reforzando así su competitividad en todo el mundo.

No es necesario reinventar la ruta marcada, pero sí actuar con rapidez: la nube es un área estratégica tanto para las autoridades públicas como para las organizaciones privadas. No podemos sino repetir el llamamiento de Bruno Le Maire, que no quiere dejar que EE.UU. y China operen solos el siglo XXI. Esta ambición sólo puede hacerse realidad si las empresas hacen esto posible, a través de otros socios de confianza, y así alcanzar la construcción de una nube soberana.