Jens Kögler, director para el sector sanitario en Europa, Oriente Medio y África (EMEA), VMware
Dentro de un tiempo, cuando analicemos los últimos 12 a 18 meses, los veremos como un período de vital importancia y, me atrevería incluso a decir, muy positivo para el sector sanitario. No pretendo restar importancia a la repercusión que la pandemia ha tenido en la vida y el sustento a nivel mundial, pero creo que, a largo plazo, cuando se haya disipado el nubarrón que se cierne ahora sobre la humanidad, el panorama será mucho más claro y lúcido.
La pandemia y la era que la precedió han servido para catalizar el cambio en un momento en que buscábamos adoptar la innovación sanitaria digital. Ahora que en los entornos socioeconómicos solo se habla de una optimización enfocada a las vacunas y la eliminación de restricciones, el sector sanitario mira hacia el renacer de la sanidad digital.
Un punto de inflexión para la teleasistencia
La adopción de la teleasistencia, que ya se había acelerado antes de la pandemia, ha experimentado un crecimiento exponencial a causa de la COVID-19. Se han eliminado trabas históricas para su aceptación, como el deseo de los pacientes y los profesionales del sector sanitario de cumplir en persona las pautas médicas, orientadas al diagnóstico presencial y a modelos de remuneración para profesionales sanitarios que desincentivan las consultas a distancia. De hecho, el año 2020 ha supuesto un punto de inflexión psicológico y sistémico para la teleasistencia a la hora de impulsar nuevos enfoques de autoservicio en medicina y modelos de remuneración basados en la participación.
Por ejemplo, en el Reino Unido, antes de la llegada del virus, las citas por videollamada constituían tan solo el 1 % de los 340 millones de consultas anuales con profesionales de la medicina y la enfermería del sistema nacional de salud del país. Tras el brote de la pandemia y después de que el sistema nacional de salud sugiriera a los 7000 médicos de cabecera del Reino Unido que disminuyeran el número de citas presenciales, la plataforma de médicos en línea Push Doctor experimentó un aumento semanal del 70 % en el número de consultas. Ahora bien, aún queda mucho por hacer para reducir las listas de espera de las intervenciones quirúrgicas programadas, las más largas desde que existen registros en el país. También ha aumentado drásticamente el uso de los servicios en línea en Alemania, especialmente desde que se permite a los médicos que pasan consulta a través de Internet conceder bajas por enfermedad.
Adictos a la innovación
La encuesta sobre «fronteras digitales» para usuarios que hemos realizado recientemente en Europa indica que, en este momento, el 60 % de ellos se consideran «curiosos digitales» o «exploradores digitales», lo que significa que los países cuentan con un público interesado y capaz de hacer uso de sus servicios y experiencias digitales. Se trata de una tendencia que se ha visto indudablemente impulsada por la consumerización, que nos ha convertido en adictos a la innovación. Desde la comodidad de nuestros hogares, hemos comprendido las ventajas que ofrece poder comprar productos y servicios a la carta sin las restricciones de ubicación, suministro y tiempo que supone la alternativa presencial. A su vez, esto ha motivado un giro de 180 grados para los pacientes, que ahora identifican la tecnología digital como un componente esencial de la atención sanitaria.
Nuestra encuesta también señala que, en la actualidad, a casi la mitad (44 %) de los europeos no les supone ningún problema sustituir las consultas rutinarias presenciales por sesiones a distancia o virtuales. De hecho, incluso sienten interés por este cambio. Obviamente, las tecnologías de este tipo no pueden reemplazar los reconocimientos físicos necesarios para cualquier seguimiento médico. Se está produciendo un efecto dominó en la adopción de tecnología, que está disipando gradualmente las dudas, los temores y el escepticismo sobre la función que esta desempeña a la hora de protegernos y proteger a nuestros familiares y amigos. Quienes se animan a dar los primeros pasos para aprovechar las posibilidades que ofrece la tecnología a la hora de supervisar, diagnosticar y mejorar su salud y su bienestar, ayudan a cambiar la percepción general de los usuarios.
El origen de la confianza
Las expectativas que nos hemos creado como usuarios digitales ahora se reflejan claramente en lo que pensamos de nuestra propia atención sanitaria y los servicios que recibimos, y en nuestra interacción con los proveedores de atención sanitaria, tanto de la sanidad pública como de la privada. Atrás quedaron las búsquedas rápidas de síntomas en Google para obtener un «diagnóstico». Ahora se ha generalizado el uso de dispositivos de seguimiento físico ponibles que supervisan nuestras estadísticas vitales. Eso sin contar con la cantidad de usuarios que han empezado a utilizar aplicaciones de asistencia médica como Babylon Health o la plataforma de seguimiento del gobierno británico, con casi 21 millones de descargas hasta diciembre del año pasado, según Statista. Todo a causa del afianzamiento de la confianza en la tecnología.
Nuestro estudio destaca que la confianza en la inteligencia artificial también está creciendo, con un 40 % de los usuarios dispuestos a confiar en un ordenador que puede detectar y reconocer anomalías (por ejemplo, células cancerosas) como sustituto de un médico humano. El estudio también indica que muchas personas creen que ahora la robótica es más fiable: el 45 % prefieren que un médico más cualificado realice cirugía invasiva con la ayuda de robots quirúrgicos a una cirugía a manos de un doctor menos cualificado sin este tipo de ayuda. En el estudio se observa que la desconfianza en los datos sanitarios está remitiendo y que el 60 % de los usuarios se sienten cómodos con que su médico pueda disponer de información muy precisa sobre su vida cotidiana, como el nivel de ejercicio físico realizado o datos sobre su alimentación, a fin de recibir una mejor asistencia sanitaria.
Un trío inseparable para el cambio
El gran cambio digital de 2020 ha conseguido que los usuarios desconfíen menos de la tecnología. El estudio apunta a un futuro en el que la tecnología, los médicos y los pacientes constituyen un trío inseparable en cada paso de la transición del sector sanitario, desde el diagnóstico hasta el tratamiento o el cuidado de larga duración, especialmente en áreas tradicionalmente reacias al cambio. Ahora, el 58 % de los usuarios están dispuestos a (o incluso prefieren) que familiares con enfermedades crónicas o que requieren tratamientos de larga duración vivan más lejos de los centros médicos, gracias a los sensores y la supervisión de datos en tiempo real, que permiten predecir cuándo es o no necesaria la atención sanitaria. Además, el 46 % confían en que la tecnología reduzca considerablemente el riesgo de cirugía invasiva en los próximos cinco años, y el 51 % en que pueda mejorar la calidad de vida de los más vulnerables, como los ancianos o las personas con alguna discapacidad.
Los primeros pasos siempre son los más difíciles. Ahora que ya los hemos dado y, teniendo en cuenta la presión a la que están sometidos los profesionales y los sistemas sanitarios, veremos crecer el interés por las alternativas digitales entre la población. Esto ofrece al sector sanitario y a las administraciones públicas la oportunidad de crear, ofrecer y proteger aplicaciones, servicios y experiencias magníficos que estén a la altura de las expectativas de los usuarios e impulsen la mejora de su salud y su bienestar con servicios digitales pioneros.
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